Eliza, o el viaje al glacial del Monte San Bernard de Cherubini – En Español

Il primo anno di vita del blog è anche l’occasione per ringraziare quanti seguono NSB dall’estero e, per questo, propongo la traduzione spagnola dell’articolo più letto del 2011, ovvero Eliza, ou Le voyage aux glaciers du Mont St. Bernard di Cherubini, a cura di Blog in Traslation, ottimo sito che vi invito a visitare.

Si direbbe che, alzandosi al di sopra del soggiorno degli uomini, ci si lascino tutti i sentimenti bassi e terrestri, e che, a mano a mano che ci si avvicina alle regioni eteree, l’anima sia toccata in parte dalla loro inalterabile purezza.
(J.J.Rousseau, Julie, ou la Nouvelle Héloīse)

En el 1761 Jean-Jaques Rousseau ambientaba su noto romance epistolar Julie, ou la Nouvelle Héloīse en una “pequeña ciudad a los pies de los Alpes”, utilizando su enorme figura para sugerir ese deseo de elevación presente en el alma del protagonista. Empieza en éstas paginas un interés cada vez más intenso por la cadena montuosa, que culminará en la famosa expedición realizada por Jacques Balmat y Michel Gabriel Paccard, los cuales, en la tarde del 8 de Agosto del 1786, alcanzaron por primera vez la cumbre del Monte Blanco. Los Alpes entraban establemente en la historia de las artes como objeto estético (y ya no solo como una monstruosidad natural), tanto que su progresivo acercamiento a tramas que tenían como protagonistas mujeres jóvenes y puras (en el ‘800 hay muchísimos ejemplos: Sonnambula, Linda di Chamounix…) llevó al critico Emanuele Senici a hablar de ellas como de las “vírgenes alpinas”. La pureza del aire y la transparencia del cielo, y por supuesto el sentimiento de exaltación y grandiosidad que nace de la visión de las altas cumbres, eran un perfecto fondo a las virtudes (pureza y sobre todo castidad) de las protagonistas de éstos trabajos. El lazo será tan potente que también dejará rastros en algunos personajes de la Opera de fines del ‘800 y ‘900 (Wally de Catalani o Minnie de la Fanciulla del West de Puccini).

Pero no es de ésto que quiero hablar: entre las obras ambientadas en el aire montano, hay una en particular muy fascinante que, curiosamente, todavía no ha encontrado el camino por una realización moderna con rigorosos criterios filológicos: Eliza, ou Le voyage aux glaciers du Mont St. Bernard de Luigi Cherubini, entre los mas atractivos trabajos del autor de Médée.

La Trama

La opera se ambienta en un lugar preciso, o sea el Colle del Piccolo San Bernardo, un paso alpino relativamente poco elevado (2188m) en las Alpes norte-occidentales, que conecta el valle de La Thuile con la Val d’ Isère. Alrededor del año 1000 aquí fue fundado un hospicio por los peregrinos que, destruido y después reconstruido, es el que se encuentra al centro de la historia de la opera de Cherubini. En el hospicio, que aparece en el fondo de la escena, llegan el pintor Florindo con el fiel Germain: Florindo está enamorado de Eliza, -pero el padre de la joven es contrario a la boda-, y se encuentra ahora en los Alpes, buscando inspiración por su arte y esperando que su ausencia pueda ayudar su enamorada a convencer la familia, ya que el padre de la joven es contrario a la boda. Al Colle llega una carta que trae una noticia falsa: Eliza estaría enamorada de un amigo. Florindo decide entonces suicidarse, pero, en el mientras, agotada, llega también la misma Eliza. Avisan a Florindo mientras trepa un glacial: cuando una avalancha lo arrastra todo parece perdido, pero los monjes logran salvarlo y la pareja puede felizmente estar junta.

La opera

La trama parece (y en parte probablemente lo es) un pretexto para permitir a la belleza y al clima de la montaña de expandirse con gran énfasis en la entera opera: Cherubini lo sabe y mete en su orquesta el misterio y la inspiración que son necesarios para que el Sublime sea descrito de la mejor forma.La misma Ouverture presenta en seguida un tema de clara derivación alpina que, con algunas modificaciones, volverá en el entero trabajo para caracterizar con fuerza el ambiente que hace de entorno a la débil historia. Mas bien lo caracterizará así tanto que el mismo ambiente llegará a ser el centro de la opera, dejando el breve II Acto la tarea de resolver y comentar la agnición de los amantes y el final positivo. En el I Acto, en cambio, el lento avanzar de la acción (estática y casi oratoria), sacrificado a partes que podríamos definir “descriptivas”, pone en evidencia la belleza y el sentimiento del Sublime que la magnificencia del Colle inspira en los protagonistas. Los monjes, en la emocionante Introducción, describen los peligros y los riesgos del lugar en el que viven para dar hospedaje a los peregrinos, afirmando que la belleza de la naturaleza siempre trae con sigo el peligro, hasta en los días mas lindos y serenos; Florindo, recién llegado, antes explica su admiración en un Larghetto en el que exalta la belleza de estos “Lieux sauvages” y mas tarde, creyéndose traicionado después de la llegada de la carta, invoca las rocas y los glaciales eternos manifestando sus propósitos de suicidio; la entrada de la guía que trae la carta acontece al ritmo (definido ….en el tentativo de recrear la marcha de los mulos …) de una canción alpina; el I Final, vuelve a la poesía de la Introducción cuando los monjes guían las tristes Eliza y Laura a descansar en el hospicio, después que, ahí mismo, ya habían conducido Florindo y Germain. Sobre este final, hay que poner atención en el comentario de Marco Ravera que, en su Invito all’ascolto di Cherubini (Ed. Mursia) lo considera el momento más emocionante de la opera:

Si Cherubini ha sabido tocar cumbres de puro misticismo, tenemos que buscarlas – probablemente mas que en mucha de su música religiosa –en el coro final “Venez dans ces lieux solitaires”, donde todas las tensiones y los miedos parecen transfigurarse en la límpida claridad del Sol mayor final. La paz, la serenidad del refugio, aquel casi inexpresable sentimiento que conoce quien, llegando al termino del día después de horas de camino cansador, pare un momento en la entrada abrazando con la mirada la sombra que baja sobre la inmensidad de alrededor.

El comienzo del II Acto se entrega a una escena de color de migrantes Valdostanos que se dirigen a Francia, llena de vivacidad y de contraste con el misticismo que concluye el I Acto: es una escena donde se celebra la libertad de la Francia revolucionaria, claramente puesta por motivos políticos, ya que la opera nació en el 1794, que no obstante las razones políticas a la base de su presencia, resulta igualmente muy bien lograda. Sigue un amplio Rondò para la protagonista, muy poco presente en el entero Acto I, ya que entra en la escena casi en la conclusión, así como Lodoīska antes y Médée después. Es interesante observar que la Aria se caracteriza, especialmente en su sección lenta, por atmósferas que se podrían casi definir pastorales: hay que notar que la primera Eliza fue Julie-Angelique Scio, la que después creó el rol de Médée. El temporal es una pagina realmente estupenda, presagio de muchos de los grandes temporales operisticos del XIX siglo, con su calculada y eficaz estructura y con su rutilante orquesta, que bien hace entender el porqué Berlioz y también Wagner amaran tanto esta partitura.

La montaña es entonces el centro de la entera opera, una montaña que tiene múltiples funciones, dramáticas y también expresivas, evocada por una orquestación elegante y atenta a las sugestiones no solo tìmbricas si no que también “morales” (por ejemplo intentando trasmitir el sentido de maravilla del silencio de las cumbres). Por un lado la ambientación en el Colle del Piccolo San Bernardo es una ocasión para inserir a los protagonistas en una perspectiva extrañante y en un lugar “ajeno” a sus historias privadas y personales, por el otro lado son el mismo sentimiento y la maravilla del Sublime del lugar que “elevan” los personajes y lo proyectan en un ambiente misterioso que se expande hasta ser, el mismo, protagonista absoluto de la historia, dejando en segundo piano sus problemas y sus dudas. Se siente algo como una vehemente proyección hacia un mundo percibido como puro e incontaminado, sensación que se hace mas fuerte por las circunstancias, históricas y biográficas, en las que la opera nació.

De hecho Eliza nació en un momento muy particular de la vida de Luigi Cherubini. Se puede hipotetizar que al centro de las indiscutibles sugestiones ambientales estén el fascino y el recuerdo de los numerosos viajes que, en los años ’80 del ‘700, llevaron Cherubini a atravesar mas veces los Alpes, dividiéndose entre Turis y Paris, donde el 5 Diciembre 1788 había debutado Démophoon, con un éxito incierto, mas tarde volcado por el éxito triunfal de la Lodoīska, en la escena el 18 Julio 1791. El triunfo de Lodoīska fue sin duda favorecido por los empujes libertarios de la Revolución Francesa, cuyos sostenedores se reconocían en el ansia de libertad de los protagonistas de la opera. Sin embargo en el 1792 la situación empezó a precipitar rápidamente: la seguridad no estaba garantizada, con más razón no lo estaba por los músicos y los artistas. Cherubini, no obstante eso, sigue en Francia, enamorado de Cècile Tourette. La vida, hasta el 1794, es difícil y dividida entre la necesidad de tener un bajo perfil para evitar las denuncias y la necesidad de sobrevivir gracias al recién nacido Instituto Nacional de Música, creado por voluntad del capitán Bernard Sarrette de la Guardia Nacional. En estos años inquietos, en los que la guillotina cada día exige su tributo, nace l’Eliza, ou Le voyage aux glaciers du Mont St. Bernard (el St. mas tarde, por el debuto, será eliminado por la censura republicana), que se realizará el 13 Diciembre del 1794. Imposible no quedarnos impactados , entonces, por la intensa y extrema espiritualidad que transparenta la partitura y no será entonces improbable hipotetizar una sensación de nostálgico recuerdo de la maestosidad de los montes como medio para contrastar una realidad siempre mas sedienta de sangre. Marco Ravera, entre los mas arrojados defensores de Eliza, comenta así en su Invito all’ascolto di Cherubini (Ed. Mursia):

Si en Lodoīska el espíritu del tiempo hablaba de liberté, égalité, fraternité, aquí se exprime en el ansia de la paz que pueden ofrecer el intacto universo de las cumbres, la calma y ordenada religiosidad de los monjes en el hospicio alpino, los amaneceres y las puestas de sol en la paz surreal de los glaciales. […] el clima esencial, de hecho, es exactamente esto, una casi indescriptible necesidad de descanso, el arquetipo del refugio que ofrece un puerto seguro delante de los peligros aquí simbolizados por las fuerzas desenfrenadas de la naturaleza, casi regazo materno y nostalgia de una perdida seguridad.

Los Alpes volverán como fondo de muchísimas otras operas, teatrales y sinfónicas, pero poquísimas tendrán una capacidad de sugestión y de maestodidad tan intensas y, al mismo tiempo, tan simplemente evocativa. El fascino de Eliza, en fin, esta todo aquí.

Escuchar Eliza

La opera, hasta hoy día, ha sido realizada una sola vez en los tiempos modernos, en Florencia en el 1960. De esa realización se puede encontrar, con un poco de suerte, la grabación (los interpretes principales fueron Gabriella Tucci, Gianni Raimondi e Mario Zanasi dirigidos por Franco Capuana). No obstante la traducción en italiano y la agregación de recitativos impuros es posible hacerse una idea bastante creíble de la obra maestra Cherubiana, aun que se espera en una realización moderna con criterios filológicos más rigurosos. El pensamiento se va a el ensemble francés Le Cercle de l’Harmonie, que el año pasado ha realizado una brillante ejecución en forma de concierto (escuchada también en Roma y Venecia) de la opera que precede Eliza, la Lodoīska. Considerando el estatismo de la obra maestra alpina de Cherubini, su clima expresivo podría parecer particularmente adapto también al temperamento “neoclasico” de Riccardo Muti, ademas promotor de una buena versión de Lodoīska e interprete inspirado de muchas Misas Cherubianas. Probablemente una ejecución en forma de concierto, eliminando los problemas típicos del espectáculo escénico, podría ser, hoy en día, mas simplemente realizable y casi ideal por una opera así tanto llena de ambientes y de atmósferas cuanto pobre de un verdadero plot dramático; a menos que no se encuentre un director capaz de gestionar con sapiencia la dramaturgia sin renunciar al poder vocativo de una música como nunca sugestiva. Notar, en fin, que la grabación de las lejanas representaciones florentinas no resulta haber sido imprimida nunca en Cd si no solo en LP mientras la Ouverture de la opera ha encontrado espacio en algunas antologías sinfónicas Cherubianas.

Puedes leer el original aqui

Le foto che accompagnano l’articolo (non bellissime, me ne rendo conto) sono mie e sono state scattate a Macerata durante l’eccezionale nevicata dello scorso febbraio.

Licenza Creative Commons
This opera is licensed under a Creative Commons Attribuzione – Non commerciale – Non opere derivate 2.5 Italia License.

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  1. #1 di icittadiniprimaditutto il 29 marzo 2012 - 23:08

    Reblogged this on i cittadini prima di tutto.

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